La muerte de Neda

Últimamente me siento bastante atraída por la muerte y sus fantasmas rampantes.
Este interés momentáneo se debe principalmente a mi cumpleaños; junio es un mes de reflexión.
Sí, formo parte de ese selecto grupo de pertenencia, ese conjunto de personas que no festejan con ahinco el día de su nacimiento. Es muy poco tiempo el que me dan, no me gusta contar los días que ya me gaste. Todo se me hace cercano y en cámara lenta. Será mi ansiedad crónica que no permite relajarme o disfrutar del paisaje por mas de dos horas continuas, sin que mi cerebro y mi super yo extradesarrollado se alíen y me ordenen seguir con mis responsabilidades .
En junio se murió mucha gente; lejos de la obviedad y la estadística de cuantas personas mueren y nacen por día, junio fue particularmente tétrico para mi.

Una sola vez fuí a un velatorio, tenía alrededor de 11 años y me maravilló descubrir un pedacito de madera debajo de la mandíbula del sr. muerto. Observe mi descubrimiento por un rato hasta que alguien vino y le acomodo la maderita al muerto para que no quede con la boca abierta. Eso es todo. Eso fue un velorio para mí. Nunca vi a alguien morir. Nunca fui testigo de un accidente fatal ni vi charcos de sangre sobre el asfalto. Tampoco tengo ese morbo de gente común, que se juntan cual moscas cuando hay un accidente por ahí. Yo prefiero seguir caminando. No me gustan las maderitas bajo la mandíbula.





La muerte de Neda me impacto. Es difícil de ver; son los últimos minutos de su vida.
Alguien le disparó en el pecho, y el disparo fué tan fulminante que en segundos Neda murió.
Mientras en Irán corren las acusaciones de fraude electoral, las ciudadanos deciden marchar por las calles y manifestar su desacuerdo frente a los resultados de la votación; algunos iraníes se las ingeniaron para burlar la falta de libertad de expresión utilizando herramientas como twitter y otras redes sociales, ya que la mayoría de los corresponsales de las grandes cadenas de desinformación como la CNN y otras se quedan afuera, son los jóvenes los que cuentan su verdad. Neda estaba junto a su padre, como una espectadora más de las protestas, por las calles de Tehran.







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