Diógenes
acedia
Asedia
Alejandro Magno: Se presenta ante Diógenes como el Emperador de toda Grecia.
Pídeme lo que quieras, yo todo lo poseo y, te lo concederé.
Diógenes: Te pido por favor que te corras, me estás tapando la luz del sol.
En el mundo Greco romano, la pereza no era más que un síntoma físico.
Con la introducción de cristianismo, la pereza cambio totalmente su significado.
Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles diciendo que “buscaba hombres” (honestos).
Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). Ocasionalmente estuvo en Corinto donde continúo con la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad.
Según él, la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza.
El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades.
Alejandro Magno: Se presenta ante Diógenes como el Emperador de toda Grecia.
Pídeme lo que quieras, yo todo lo poseo y, te lo concederé.
Diógenes: Te pido por favor que te corras, me estás tapando la luz del sol.
En el mundo Greco romano, la pereza no era más que un síntoma físico.
Con la introducción de cristianismo, la pereza cambio totalmente su significado.
Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles diciendo que “buscaba hombres” (honestos).
Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). Ocasionalmente estuvo en Corinto donde continúo con la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad.
Según él, la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza.
El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades.
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